EL ORIGEN DE LA RELIGIÓN
Desde sus inicios el ser
humano trató de darles respuesta a los distintos enigmas de su existencia a
través de las distintas formas de religiones, de tal forma de poder entender lo
que ocurría a su alrededor con la naturaleza, darle un sentido o propósito a su
vida; y el para qué de su existencia.
Necesitaba
entender el origen del bien y el mal, la causa del dolor y el camino que los
podía conllevar a la felicidad. Es así como el ser humano
comenzó a crear(o a descubrir, para los creyentes) las diversas divinidades,
que le brindan un orden a su mundo, y que lo protegen de todos los pesares a
los que se encontraba expuesto.
Estas primeras formas religiosas fueron
evolucionando para dar paso a las grandes tradiciones de religión actuales. Las primeras religiones fueron
politeístas, es decir, se creía y se veneraba a distintos dioses, según a
las tribus o civilizaciones a las que perteneciera; esto al contrario de las
religiones que son monoteístas, cuyas
creencias se centran en un Dios único. Esto, para crear figuras diversas,
que brindaran protección en todos los ámbitos en los cuales se sintiera
inseguro o temeroso.
Las religiones son el acto o
representación por la cual el ser humano cree demostrar su reconocimiento o
existencia de uno o varios dioses, que tiene o tienen poder sobre el destino que les depara a quienes cumplen con ciertos
ritos, los obedecen, sirven y honran de distintas maneras.
Etimológicamente la palabra
religión significa obligación, pero dependiendo del autor o la corriente es el significado
que se le atribuye. Cicerón, por ejemplo, llamaba religiosos a aquellos que
cumplían al pie de la letra todos los actos del culto divino.
Las teorías más modernas, de
mano de la psicología transpersonal, hacen un paralelo de la evolución de las
religiones con el desarrollo de la conciencia humana, y asocian los comienzos
de las diversas tradiciones con experiencias internas de individuos que se
encuentran en las distintas fases de este camino de desarrollo interior.
Existen
cinco grandes religiones en el mundo, donde se concentra la
mayor cantidad de adeptos o fieles; estas son el budismo, el judaísmo, el cristianismo, el islamismo y el hinduismo.
Donde cada una de ellas tiene sus principios claves. Por ejemplo el judaísmo cree en un Dios espiritual
y eterno y que al final de los tiempos, Dios enviará al Mesías, un hombre
descendiente de la tribu de David. Entonces la humanidad vivirá en paz y
concordia, unida por la creencia en el Dios único.
El
cristianismo también cree en un sólo Dios, donde el amor debe ser la forma de
vida de la humanidad. Esto dado por el hecho que el hijo de Dios
se hizo presente en la tierra, en la forma carnal de Jesucristo, quien llega
con la buena nueva de la resurrección de los muertos, o sea, de la vida eterna.
Es así como Jesús resucitó y por ende la humanidad resucitará en el último día
a una vida definitiva de felicidad absoluta.
El hinduismo quiere alcanzar
la liberación definitiva y el reposo absoluto. Esta liberación la entienden
como la unión del Yo con el poder cósmico
universal, con la esencia del universo. Es común pensar que esta religión
es politeísta por sus innumerables deidades, pero en el fondo su creencia
consiste en una realidad única, Brahmán, y se piensa que todas las deidades son
manifestaciones de aspectos particulares de este absoluto.
El budismo quiere lograr liberarse de la existencia fenoménica a la
que le es propia el sufrimiento. Para lograr este objetivo es necesario alcanzar el Nirvana, estado
de iluminación, y veneran a buda, que significa el despierto o iluminado.
El
Islam quiere reformar la tierra, hacen una crítica a la
humanidad que es demasiado orgullosa y egoísta: "El hombre es por
naturaleza timorato". Cuando le acontece una desgracia sufre pánico, pero
cuando experimenta sucesos afortunados no los comparte con los demás.
La religión ha cumplido un
papel importante en el desarrollo de la humanidad ya que siempre estuvo ligada al desarrollo moral de la persona
dirigiendo así el rumbo de sus acciones; los aportes de la religión se
aprecian en la literatura y filosofía, las ciencias y el desarrollo del
potencial humano en general, aunque también se ha pasado por épocas en las
cuales la religión ha contribuido a estancar su desarrollo. Como se puede
apreciar, la religión es una herramienta formal para acercar el hombre a Dios,
y tomada sin fanatismos y con tolerancia contribuye a al desarrollo integral y
a la sana convivencia entre seres humanos.
CRISTIANISMO
Introducción
Es un hecho que la teología
cristiana se ha elaborado de manera que a cualquier teólogo le resulta más fácil hablar del sufrimiento que de la alegría;
más fácil también hablar del dolor que de la felicidad; más fácil igualmente
hablar del llanto que de la risa; y más fácil, por supuesto, hablar de la
muerte que de la vida, sobre todo si se trata de una vida de gozo, de dicha y
de disfrute de las cosas buenas, de tantas cosas buenas y agradables que Dios
ha puesto en esta vida. No es superficial ni frívolo el dicho popular según el cual todo lo que está bueno o es pecado o engorda.
Al decir eso, la sabiduría popular está
afirmando que, según las enseñanzas de la religión, lo que más nos agrada a nosotros, eso es lo que desagrada a Dios. Una
sentencia que, si se piensa despacio, resulta sencillamente estremecedora,
puesto que nos viene a decir que el Dios de los teólogos está tan lejos de los
seres humanos y rivaliza con nosotros hasta el extremo de que lo que más
dichosos nos hace a los pobres mortales, más le desagrada al Dios inmortal y
omnipotente, el infinitamente feliz desde siempre y para siempre..
El problema del mal y del
pecado, el problema del sufrimiento, el problema del sacrificio y de la muerte,
el problema del castigo eterno, esos temas sombríos, con las amenazas y
condenas que acarrean, no han dejado (ni dejan) de preocupar a los
especialistas en las cosas de Dios y de la religión.
Y sabemos que la teología tiene sus serias
razones para preocuparse por esa macabra lista de problemas. Porque los
teólogos saben que si un buen día se suprimieran de la teología los problemas
relacionados con el dolor, el sacrificio, el sufrimiento, el juicio, el castigo
y la muerte, ese día los teólogos se quedarían sin trabajo y muchos de ellos se
tendrían que apuntar al paro. Es más, si eso sucediera, habría teólogos que
seguramente ni sabrían cómo hablar de Dios. Y hasta se verían en serias
dificultades para estructurar los tratados teológicos que, desde hace siglos,
se vienen explicando en los seminarios y centros de estudios del clero.
Mientras tanto, la
aspiración más inmediata y natural de cualquier ser humano, la aspiración y el deseo de ser feliz en esta vida, es una
cosa que resulta muy difícil de encontrar en los tratados de teología, en
los escritos de espiritualidad y en los libros de liturgia. Es más, en ese tipo
de literatura religiosa, lo que se le dice a la gente es que tenga cuidado con
la felicidad, el disfrute y el placer que nos puede proporcionar este mundo.
Porque los bienes de esta tierra son
pasajeros, entrañan múltiples peligros y hasta merecen nuestro desprecio.
De ahí que a lo más que han llegado los teólogos, con sus teologías, es a prometer una felicidad futura y eterna que se sustenta
en la esperanza.
Pero está claro que vivir
siempre esperando a que nos llegue la muerte para disfrutar de la oferta que nos hace la teología resulta
penoso y hasta fúnebre. Por eso, entre otras razones, hay demasiada gente que
se cansa de tanto esperar. Seguramente esto es lo que explica, al menos en
buena medida, por qué la oferta de felicidad y bienestar que hace la sociedad actual
tiene más poder sobre el común de la gente que la oferta de bienaventuranzas
eternas que hacen las religiones.
¿por qué ocurre esto en la
teología y en las enseñanzas de la Iglesia? Y en segundo lugar: ¿qué solución
tiene esto, si es que tiene alguna?
El
cristianismo y la felicidad
Se ha dicho, con toda razón,
que la tradición cristiana no ha tomado debidamente conciencia de que Jesús ha
sido quien ha traído a los seres humanos la más grande felicidad. se realiza
«ahora», «ya», «hoy mismo»
En el vocabulario del Nuevo Testamento,
el término que expresa felicidad, dicha, bienaventuranza, aparece hasta 50
veces.
En la mentalidad de Jesús,
el tiempo del ayuno, la privación y la tristeza ha terminado. En su lugar, la
alegría de quienes disfrutan de la presencia del novio, en la celebración de la
boda, ha llegado . De manera que la «reacción típica» ante la llegada del reino
de Dios es la felicidad, la alegría, alegría que alcanza sorprendentemente
incluso a Dios mismo. Sin duda alguna, la expresión desbordante de este
proyecto de felicidad y de alegría es el que Jesús presenta en la gran parábola
del banquete del reino en el que entran
«buenos y malos», es decir, en el que hay cabida para todos, incluso para los
vagabundos de los caminos, los excluidos de la convivencia social, aquellos a
los que nadie quiere y que nadie estima.
Como es bien sabido, la
afirmación más fuerte y más condensada de este proyecto de felicidad es la que
Jesús formula en las dos redacciones de las «bienaventuranzas», la del Sermón
del Monte de Mateo y la del Discurso de la Llanura de Lucas. En estas dos
redacciones Jesús presenta tres situaciones que en ambos textos coinciden: los
pobres, los que pasan hambre, los que lloran , que vienen a ser paralelos con
los pobres, los que sufren y los que tienen hambre . También existe
coincidencia en la bienaventuranza de los que se ven odiados y perseguidos .
Lo que me interesa dejar
claro es que, en estas afirmaciones sorprendentes, se llama bienaventurados o
dichosos a los que no cabe esperar que puedan serlo, puesto que se indica como
causa de la felicidad lo que en este mundo nos causa más tristeza y desgracia:
la pobreza, el sufrimiento, la persecución y las lágrimas.
Como es lógico, la teología
cristiana se ha preocupado por buscar alguna explicación a fórmulas tan
contradictorias y, por eso, tan sin sentido. Esa explicación no puede consistir
en desplazar la felicidad a la otra vida, como promesa de futuro, puesto que,
en las «bienaventuranzas», la felicidad se afirma como experiencia que se vive
ya, por más que en el futuro último alcance su plenitud definitiva.
La solución ha sido interpretar este texto en
sentido «ético»: las bienaventuranzas como un catálogo de virtudes; o también,
en otros casos, explicar estas bienaventuranzas en sentido «espiritual»: las
bienaventuranzas como virtudes religiosas, que
serían la humildad, la renuncia al mundo y al pecado. Ahora bien, con
semejantes interpretaciones, lo que en realidad ha ocurrido es que uno de los
textos más geniales y liberadores del cristianismo se ha convertido en una de
las cargas más pesadas y más inexplicables que tenemos que soportar los
cristianos.
Pero no sólo eso. Hay en
este asunto concreto algo mucho más grave. No se trata sólo de que a los cristianos se nos ha secuestrado la alegría
y ya no encontramos en el Evangelio un mensaje de felicidad y, menos aún,
podemos ver en el mensaje de Jesús un proyecto que encarne la felicidad de
vivir. peor de todo es que, al arrancarle al Evangelio su mensaje de felicidad
y de alegría, hemos precipitado al cristianismo en una crisis tan profunda que,
ya a estas alturas, esa crisis parece humanamente insuperable. Aquí, me parece
a mí, está el núcleo del problema que tenemos que afrontar los cristianos
cuando nos planteamos el problema de la felicidad y la bienaventuranza. La
cuestión de fondo no está en que vivamos con más o menos alegría nuestra fe y
nuestra religión. El verdadero problema está en que, por este camino, estamos
hundiendo al cristianismo y estamos contribuyendo poderosamente a su progresiva
e imparable descomposición.
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ResponderEliminarComo hay tantas religiones hay diversos teologos que explican su teologia que manipulan la biblia con objetivo de asemejar a las doctrinas de su religion. ahora entonces ¿Cual seria la mejor religion ? Se responderà conociendo el objetivo principal de la Biblia, que es de principio a fin la salvacion de pecados por medio de la fe en el sacrificio de un cordero perfecto como en genesis Dios le instruyo a Adan ( para recordar que Jesus iba a ser ese cordero en que seria el motivo de arrepentimiento de sus pecados) y su fe les fue contada como justicia. Entonces ¿ es correcto leer a teologos que pertenecen a religiones que no conocen el tema principal de la biblia y si conocen las ignoran porque enseñan cosas que no tienen nada que ver con lo que dice en la biblia? La palabra religion es una gran trampa porque hace creer que todas las religiones pueden conllevar a un concepto de un Dios natural , como Platon dio un ejemplo de un elefante que era tocado por ciegos que reconocian sus partes, Sin embargo la única puerta al cielo es Jesus (JUAN 10 ) .
ResponderEliminarJesus hablaba casi siempre en parabolas para que las personas entiendan como la del pobre y el rico, el rico representa al que tiene una filosofia de vida como el que quiere olvidarse de las cosas tragicas que pasaran si no aceptan la salvacion , y el pobre Lazaro , representa a los que saben que son miserables a los pobres en espiritu . Por lo que si el cristianismo se esta descomponiendo es por que somos cada ves mas como el rico de esta parabola.