miércoles, 24 de agosto de 2011

LA MUERTE UNDECIMO

LA MUERTE UN AMANECER

La Dra. Elisabeth Kübler-Ross Psiquiatra suizo-estadounidense, una de las mayores expertas mundiales en el tema de la muerte. Fue una de las primeras personas en estudiar honestamente la relación que tenemos con la muerte. Ella ha sido una de las más famosas expertas en materia de la muerte y trabajó con miles de pacientes terminales.

Estudió 20,000 casos de gente de todo el mundo quienes habían sido declarados clínicamente muertos y quienes después habían regresado a la vida. Algunos había naturalmente y otros fueron reanimados.

A continuación tenemos un resumen con sus propias palabras, tomado de su libro On Life After Death sobre los aspectos más importantes de lo que sucede al momento de morir, a manera de incrementar nuestro conocimiento sobre esto y así, lograr obtener una mayor tranquilidad al pensar en el momento de nuestra muerte o la de nuestros seres queridos y alcanzar una diferente percepción de la vida misma.

1. Ya no se trata de "creer" sino de "saber”

“La experiencia de morir es casi idéntica a la experiencia del nacimiento. Es el nacer a una forma diferente de existencia la cual puede ser probada de forma muy simple. Por miles de años te hicieron creer en las cosas del más allá. Pero para mí, ya no se trata de creer sino de saber”.

2. Una mariposa que emerge…

Existen tres etapas al momento de la muerte. El fallecimiento del cuerpo humano es idéntico a lo que sucede cuando una mariposa emerge de su capullo. El capullo puede compararse al cuerpo humano, pero no es idéntico a tu ser real, sino que se trata solamente de la casa donde vive por un tiempo.

Morir es mudarse de una casa a otra mucho más bella.

3. Tan pronto como el capullo se encuentra en condiciones irreparables, la mariposa será liberada. En esta segunda etapa, el ser humano se alimenta de energía psíquica. Tan pronto como tu alma deja tu cuerpo, te das cuenta inmediatamente de que puedes percibir todo lo que sucede en el lugar donde falleciste. Sin embargo, no te encuentras registrando todos estos eventos mediante tu conciencia terrena, sino con otra clase de conciencia nueva.

Puedes enterarte de lo que los demás dicen exactamente, de lo que piensan y de cómo actúan.

4. En esta segunda etapa el que ha fallecido también se dará cuenta de que se encuentra completo nuevamente. Personas que eran ciegas, pueden ver de nuevo, y gente que no podía escuchar y hablar, puede hacerlo otra vez. Aquéllos de mis pacientes que sufrían de esclerosis múltiple, me decían llenos de alegría después de que regresaban de una experiencia cercana a la muerte "Dr. Ross, podía bailar de nuevo". Hicimos un experimento con gente ciega: Aquéllos que tuvieron una experiencia "fuera de su cuerpo" y regresaron, te podían contar en detalle qué colores y qué joyería llevabas si estabas presente en el momento.

5. Nadie muere solo

En esta segunda etapa notarás que nadie muere solo. Cuando uno deja su cuerpo físico, uno no puede hablar más en términos de tiempo, espacio o distancia en el sentido común porque éstos son un fenómeno terrenal.

En este sentido, uno se da cuenta de que nadie muere solo porque el difunto es capaz de visitar a quien desee. Además, existe gente esperando por ti que fallecieron antes que tú, quienes te quieren y aprecian bastante.

6. Lo que la iglesia les enseña a los niños pequeños sobre los ángeles de la guarda está basado en un hecho. Existen pruebas de que cada ser humano, desde su nacimiento hasta su muerte, es guiado por una entidad espiritual. Todos tenemos dicha guía espiritual, creamos en ella o no. Algunos niños pequeños los conocen como "amigos imaginarios". Una paciente mía, ya anciana llegó a decirme: "Él está de nuevo aquí. Cuando era niña, él estaba siempre conmigo, pero me había olvidado completamente de que existía".

Ella fallece un día después, llena de dicha sabiendo que alguien que la quiere la está esperando…

7. En general, la gente que está esperando por nosotros en el otro lado son aquéllos quienes más nos quieren. En los casos de niños muy pequeños, cuyos padres, abuelos y otros parientes cercanos todavía viven, son recibidos por sus ángeles de la guarda, o por Jesús o alguna otra figura religiosa.

Nunca he conocido ningún niño protestante que sea recibido por la Virgen María, pero ha sido percibida por muchos niños católicos.

Esto no es debido a una cuestión de discriminación, sino que simplemente eres recibido por personas significativas para ti.

8. Todos encuentran el cielo que han imaginado Antes de que salgas de tu cuerpo físico para realizar la metamorfosis hacia la forma que tendrás por toda la eternidad, pasas por una etapa que se encuentra totalmente impregnada con imágenes terrenas. Puede ser que te encuentres flotando a través de un túnel, pasando por una gran puerta o cruzando un puente. Todos encuentran el cielo que han imaginado.

9. Después de que has atravesado este túnel, puente o puerta, te encuentras al final de él rodeado por luz. Esta luz es más blanca que el blanco. Es muy brillante, y cada vez que te aproximas más a ella, te sientes más y más envuelto por el más grande, indescriptible e incondicional amor que te hayas podido imaginar. El más grande, indescriptible e incondicional amor

10. Si alguien está teniendo una experiencia cercana a la muerte, le es permitido ver esta luz sólo por un breve instante. Después de esto, debe regresar. Pero cuando mueres realmente, la conexión entre el capullo y la mariposa se rompe.

Después de esto, no es posible regresar a tu cuerpo terrenal. Pero tú no querrías regresar a él de cualquier manera, porque después de ver la luz nadie quiere regresar. En esta luz, tú experimentarás por primera vez lo que el hombre pudo haber sido. Aquí se encontrarás entendimiento sin juzgar, y amor incondicional.

En esta presencia, tú sabrás que toda tu vida en la tierra no fue más que una escuela a la que tuviste que asistir para poder pasar ciertas pruebas y aprender lecciones especiales.

Tan pronto como has finalizado esta escuela y aprendido tus lecciones, será permitido que regreses a casa, que te gradúes!

11. La mayor lección de todas Algunas personas preguntan: "¿Por qué los niños pequeños mueren?" La respuesta es simple. Ellos aprendieron en un período muy corto lo que uno tiene que aprender, lo cual pueden ser diferentes cosas.

Hay una cosa que todos tienen que aprender antes de regresar y es el amor incondicional. Si tú has aprendido y practicado esto, has aprendido la mayor lección de todas.

12. En esta presencia de luz, tienes que voltear a ver lo que fue de tu vida desde el primer día hasta el último. Con esta visualización de tu vida has alcanzado la tercera etapa. Conocerás en detalle cada pensamiento que tuviste, recordarás cada palabra, cada acto. Esta recapitulación es sólo una pequeña parte de tu conocimiento porque en este momento también conocerás todas las consecuencias resultantes de cada uno de tus pensamientos, palabras y actos.

13. Dios es amor incondicional. Durante esta revisión de tu vida terrena no culparás a Dios por tu destino, sino que te darás cuenta de que tú mismo fuiste tu peor enemigo, debido a que te acusarás a ti mismo de haberte negado tantas oportunidades para crecer.

Ahora sabrás que hace mucho tiempo, cuando tu casa se quemó, tu hijo murió, tu esposo se lastimó, todas esas tragedias fueron solamente oportunidades para crecer: para crecer en entendimiento, en amor, en todas esas cosas que tenemos que aprender.

14. Todos hemos sido creados para vivir una muy simple, bella y maravillosa vida. Mi más grande deseo es que comiences a ver la vida de manera diferente.

Si aceptas tu vida como algo para lo que fuiste creado, ya no volverás a cuestionar cuáles vidas son prolongadas y cuáles no.

15. Mi deseo es transmitir a cuanta gente sea posible un poco más de amor.

Piensa en todos los regalos costosos que regalas en Navidad, realmente dudo que sea necesario… Amor incondicional sería más apropiado.

Existen 20 millones de niños muriendo de hambre en el mundo. Piensa en toda la gente pobre… Reparte tus bendiciones…de esta manera, cuando las tormentas azoten tu vida, piensa en aquéllas personas a las que ayudaste como un regalo para ti mismo…por toda la fortaleza que te dieron y las enseñanzas que te transmitieron.”





Con aprecio, la profe





viernes, 12 de agosto de 2011

PLATÓN GRADO DECIMO


PLATÓN

Al día siguiente, por la mañana, Gema llamó a Pedro por teléfono. Deseaba decirle que el viernes, al salir de clase, se había quedado un momento para hablar con Andrés y que éste le había proporcionado un CD interactivo sobre los filósofos de la Antigüedad.

-Si queréis os lo puedo pasar.

-[...]

-No, es como un juego. Te van preguntando lo que quieres saber, tú se lo dices, y ellos te lo enseñan.

-[...]

¿Qué ya lo habéis hecho? Jo, pues qué bien.

-[...]

No: no nos dejaba elegir el mismo a las cuatro; Julia, Tere y Cris se han quedado con el del que decía que la felicidad depende de los placeres.

-[...]

-Qué tonto... Oye, tengo que colgar, que viene mi hermano. ¿Vais a ir esta noche a La Cama?

-[...]

-Entonces allí nos vemos.

Gema colgó el auricular justo cuando un pelirrojo de un metro de altura

y cara de travieso abría la puerta de la habitación.

-¡Te he dicho que no entres sin llamar, estúpido!

-¡Estabas hablando con tu noovio! –canto él y repitió:- ¡Estabas hablando con tu noovio: se lo voy a decir a mamá!

-¡Vete de aquí ahora mismo!

El niño no quiso molestar más y cerró la puerta. Gema se echó sobre el mullido edredón, prendió su gran oso de peluche y le contó algo al oído.

Después, se levantó de un salto y se sentó delante del ordenador.

Tras haber introducido el disco en la máquina y ejecutar un par de instrucciones aparecieron en pantalla Platón y Aristóteles.

El primero, majestuoso, alzaba su mano indicando el cielo; el otro, algo más joven, atendía y señalaba el suelo. Los dos vestían lujosas túnicas. Era la escena pintada por Miguel Ángel en su célebre Escuela de Atenas. Pero en esta ocasión los personajes cobraban vida para hablar entre sí en voz baja, moviendo con bastante naturalidad la boca, los ojos y el resto del cuerpo.

-¡Hola! -interrumpió la conversación el de la barba y los cabellos largos al cabo de unos segundos-. Soy Platón y éste es mi discípulo Aristóteles.

Haz “clic” sobre el botón rojo si con quien quieres dialogar es conmigo; si con quien quieres hacerlo es con mi buen alumno, haz “clic” sobre el azul.

Gema llevó el puntero hasta el pequeño rectángulo enrojecido y apretó la parte izquierda del ratón.

La imagen del mayor de los dos hombres fue pasando a un primer plano.

-Muy bien, ¿te apetece que hablemos?

En el fondo de la imagen aparecían algunos grupos de ciudadanos departiendo amigablemente.

-Teclea “sí” o “no”.

Gema tecleó “sí”.

Platón efectuó una pequeña reverencia y emitió una nueva pregunta:

-¿Antes que nada, quieres que te cuente algo sobre mi vida?

La chica repitió las dos pulsaciones.

En la pantalla aparecieron varias personas rodeando a Platón. Se hallaban en el interior de una estancia con altos techos cubiertos por lonas y sedas tintadas, bellas estatuas, columnas de hermosos capiteles, jarrones con dibujos en oro y grandes plantas destacando en la ornamentación.

El anfitrión fue presentando a algunos familiares directos y enseguida pasó a hablar de los acontecimientos más importantes de su existencia. La narración de los mismos se acompañó de imágenes que parecían tomadas de alguna antigua película de cine.

Al terminar, Platón preguntó a Gema si deseaba un resumen escrito.

Ella asintió por medio del teclado. Inmediatamente después apareció el siguiente texto a un lado de la pantalla:

Vida y obras de Platón.

Quien para muchos es el mayor filósofo de todos los tiempos, nació en Atenas el 427 a. C. La suya fue una familia aristocrática. Solón, el instaurador de la democracia en Grecia un par de siglos atrás, era su ascendiente por vía materna, y el rey Codro por vía paterna.

Desde muy joven Platón se interesa por la filosofía. Es a la edad de

20 años cuando conoce a Sócrates, maestro a quien siempre profesará gran respeto y admiración. El más sabio de los atenienses va a ejercer un notable influjo sobre el discípulo, incluso después de su muerte. Tanto es así, que para los estudiosos resulta ciertamente difícil distinguir hasta qué punto lo expuesto por Platón a lo largo de su obra es fruto de su genialidad o de la de su mentor.

También durante su juventud es cuando Platón comienza a desarrollar un creciente interés por la política. Éste es el saber en el que canaliza todos sus conocimientos sobre otras ciencias, dado que su constante objetivo fue diseñar un modelo de ciudad-estado perfecta.

El régimen de los Treinta tiranos, entre los que se encontraban algunos tíos suyos, le animó a formar parte del gobierno. Pero Platón rechazó la invitación sabedor de que la mayoría de sus miembros eran personas corruptas.

La reinstauración de la democracia hizo pensar al filósofo que se avecinaban tiempos mejores. Sin embargo, esta ilusión no tardó en desvanecerse trágicamente cuando Sócrates fue condenado a morir de manera injusta.

Es a partir de ese momento cuando Platón se da cuenta de lo necesario que es un gobierno ejercido por los más capacitados. Tal y como reconoce en su Carta VII (325c): “Vi que el género humano no llegaría nunca a liberarse del mal si antes no alcanzaban el poder los verdaderos filósofos”.

Una vez que ha conseguido diseñar una teoría que pueda conducir a semejante régimen político, Platón viajará por tres veces a Siracusa con la intención de ponerla en práctica, pero fracasará estrepitosamente.

A su regreso a Atenas, tras el primer viaje, funda la Academia: probablemente, la primera universidad europea, pues allí se impartían clases sobre diferentes materias y se contaba con una plantilla completa de profesores.

Esta institución contará con la presencia, entre otros, de Aristóteles.

Parece ser que dos de los alumnos de Platón, Scepsis y Erasto, aconsejaron a Hermias sobre la forma de gobierno que, según su maestro, podía resultarle más provechosa. El tirano la puso en práctica y obtuvo un gran éxito: muchas poblaciones vecinas de la costa eólica siguieron su ejemplo.

A modo de premio les concedió la tutela de la ciudad de Asso. Fue allí donde Platón pudo ver realizado su sueño antes de morir en el 347 a. C.

Por lo que respecta a la obra de nuestro hombre diremos que está compuesta, en su mayor parte, en forma de diálogos. Suele dividirse en tres períodos:

-Período de juventud. Entre la muerte de su maestro y el primer viaje a Sicilia. Se expone el pensamiento de Sócrates en diálogos que tienen lugar entre él y algunos sofistas de renombre. Destacan Apología (sobre la defensa de Sócrates ante el Consejo de los quinientos que le condena a morir), Critón (relata las conversaciones que Sócrates mantiene en la cárcel con unos amigos que le proponen un plan para fugarse), Protágoras (acerca de la virtud), Gorgias (en el que se contrapone la verdadera sabiduría a la retórica)y Menón (en torno a la teoría de la reminiscencia, o sea, la teoría que afirma que conocer no es más que recordar las verdades o ideas a las que nuestro alma ha tenido acceso en una vida anterior).

-Período de madurez. Coincide con su etapa al mando de la Academia, hasta el segundo viaje a Sicilia. En él ven la luz las obras más importantes del filósofo: Banquete (sobre el amor y la belleza), Fedón (sobre la inmortalidad del alma), Fedro (sobre el alma, el amor y la belleza) y República (obra cumbre en la que se presentan la teoría de las ideas y el proyecto político platónico).

-Período de vejez. A partir del segundo viaje a Siracusa. Un Platón cansado y algo mermado en sus portentosas facultades intelectuales lleva a cabo una revisión de todo su pensamiento bajo títulos como Parménides, Sofista, Político, Timeo o Leyes.

En la pantalla del ordenador apareció nuevamente el busto de nuestro hombre. Éste, preguntó a Gema si deseaba que detallara el contenido de alguna de sus obras en particular o si prefería que le expusiera sus teorías sobre el conocimiento, la psicología, la antropología, la pedagogía, la ética, la política...

La muchacha escribió la palabra “ética” en un recuadro que se le ofrecía.

Acto seguido, Platón quiso comenzar a hablar, pero le interrumpió su fiel acompañante.

-Permítame, maestro, que ofrezca yo la explicación, para que pueda comprobar si he aprendido bien sus últimas lecciones.

-Adelante, querido amigo, no te detengas, pero descubre cuál es mi teoría ética, y no la tuya, puesto que todo el mundo sabe que cada uno de nosotros ha desarrollado una distinta.

Aquel hombre vigoroso emitió una franca sonrisa e inició su discurso.

-Teoría ética de Platón.

La teoría ética de Platón, al igual que la de su maestro y la de su discípulo es eudemonista.

Gema hizo que la imagen quedara congelada mientras resumía con seispalabras lo que acababa de oír.

-A propósito, ¿sabes lo que quiere decir “eudemonista”?

Gema no recordaba la definición que Andrés les había ofrecido hacía un par de días. “No”, tecleó.

-Literalmente, eudemonista sería toda aquella teoría ética que afirma que el mayor bien al que podemos aspirar es la felicidad. Pero también se pueden considerar eudemonistas las teorías éticas que sostienen que el bien en el que reside la felicidad no es el placer, sino la sabiduría. Es en este segundo sentido en el que cabe decir que las éticas de nosotros tres, si bien muestran desarrollos y matices muy diferentes, en el fondo coinciden en ser eudemonistas.

Gema detuvo nuevamente el programa y escribió unas líneas en su cuaderno.

Después, dejó que su excelente profesor continuara explayándose.

-Para Platón, efectivamente, el mayor bien que nos acerca a la felicidad no es el placer, sino el conocer.

-¿Y cómo haremos para explicarle esto a nuestra amiga? -intervino el maestro.

-A mi modo de ver, mostrándole de qué manera, efectivamente, las cosas que más tienen que ver con la felicidad dependen en última instancia de eso: de la sabiduría, o lo que es lo mismo, del conocimiento, del buen uso de la razón.

-Muy bien, pues di ya en qué “cosas” descansa, a mi juicio, la felicidad.

-La felicidad reside, por un lado, en un modo de vida espiritual en el que también se dan cita determinados placeres; por otro, en el ejercicio de la justicia.

De acuerdo. Ahora toma cada uno de estos caminos por separado y haznos ver cómo dependen, en último término, del buen uso de nuestra facultad racional.

-¡Por Zeus, no perdamos más tiempo!

En la pantalla apareció, al momento, un rótulo con las siguientes palabras:

Un primer camino hacia la felicidad: la forma de vida en la que se mezclan algunos placeres y la actividad intelectual.

A continuación, Aristóteles expuso lo siguiente:

-En una obra titulada Filebo, Platón pone en boca de Protarco la idea de que todo lo bueno se resume en lo que nos causa placer. Pero Sócrates responde que se equivoca, que la buena vida es más bien la vida espiritual, esto es, una vida alejada de lo material y dedicada al cultivo de la razón.

En un segundo momento, Protarco admite que una vida sustentada exclusivamente en el aprovisionamiento de placeres quizás tampoco resulte del todo deseable. Sócrates, por su parte, reconoce que una vida dedicada a cultivar la espiritualidad, despreocupada totalmente de los placeres corporales, posiblemente no produzca el bienestar mayor.

A raíz de esto, ambos llegan al convencimiento de que la mejor vida, la vida más feliz, es aquella en la que se dan cita tanto los placeres como el ejercicio de la actividad intelectual ligada a la espiritualidad.

Bien es cierto que Sócrates no da su visto bueno a todos los placeres: sólo admitirá aquellos que no nos hacen estar intranquilos por alcanzarlos,

y aquellos de los que somos capaces de gozar con moderación. ¿Y en qué medida hemos de mezclar lo uno y lo otro, o sea, los placeres más puros y el uso del intelecto? Como dice Platón a partir del párrafo

6164 de su Filebo, en la debida proporción: “Lo mismo que la miel y el agua se han de mezclar en debida proporción para que resulte una bebida grata al paladar, de igual modo el sentimiento agradable y la actividad intelectual deben mezclarse en justa proporción para hacer buena la vida del hombre”.

Se trata de que pongamos, por una parte, los saberes más elevados, como el que aporta, por ejemplo, la matemática, y otros de segundo orden, como pueden ser los relacionados con la música, la astronomía... Por otra parte, añadiremos “la miel”, esto es, el conjunto de placeres saludables para el hombre; pongamos por caso el placer que causa cultivar la amistad. Para lo que no ha de haber sitio en la mixtura es para los placeres que nos hacen dirigirnos como si estuviéramos locos o poseídos por la maldad.

A partir de aquí, la pregunta obligada es ésta: ¿quién se encarga de ajustar la “debida proporción” en que deben mezclarse la intelectualidad y los placeres? La respuesta, como no podía ser de otra manera, reza que la sabiduría o conocimiento. Sólo mediante esta facultad humana se consigue la fórmula para elaborar el compuesto que produce el máximo bienestar.

-¡Te has explayado con propiedad! -alzó la voz Platón al interpretar que su discípulo había concluido la primera parte de su exposición-. Mas no te detengas, y háblanos ahora de esa otra vía que puede conducirnos a la vida feliz.

Sintiéndose halagado por la alabanza de su tutor, Aristóteles quiso proseguir con la disertación, pero Gema interrumpió el programa para tomar nuevas notas; luego, volvió a otorgar la palabra al filósofo, que antes de hablar mostró el siguiente rótulo en pantalla:

Otro camino en pro de la felicidad: la justicia.

Según Platón, si aspiramos a una vida dichosa resulta del todo necesario que en cada individuo y en cada sociedad reine siempre la justicia, que es la más importante de todas las virtudes.

Veamos, en primer lugar, cómo se logra esto en el caso de cada ser humano individual.

Para empezar, hay que tener en cuenta que, según Platón, todos nosotros tenemos cuerpo y, lo que es aún más importante, alma.

Aristóteles volvió a detenerse.

-¿Quieres que te cuente a qué es debido esto?

Gema, movida por la curiosidad, respondió afirmativamente. Antes, sin embargo, quiso anotar semejante idea.

-Hay un mito que lo explica con mucha belleza. Es el mito de

Dionisos. Se trata de un relato atribuido a una especie de secta con cierta predisposición por la especulación racional, la de los órficos, que se remonta al siglo VIII a. C. En él se dice que Zeus, padre de todos los dioses, creó a su hijo Dionisos para no sentirse solo. Sin embargo, una noche, los titanes, seres maléficos y monstruosos, dieron con él y lo devoraron. En cuanto Zeus tuvo noticia de ello los fulminó con un rayo. Pero la historia no acaba aquí, ya que recogió sus cenizas, las amasó e hizo al hombre.

Debido a que en ellas se encontraban los restos de Dionisos, todos tenemos un componente divino, el alma; y debido también a que descendemos de los titanes, todos tenemos un componente material al que se atribuyen connotaciones negativas: el cuerpo. Fin del cuento -advirtió Aristóteles, y continuó con su explicación:

El alma, al entender de Platón, presenta tres partes: nous o inteligencia,

thymos o carácter y epithymiai o deseos. La primera estaría localizada en la cabeza. Se encarga de dirigir a las otras partes y dominar los impulsos; la virtud que debe desarrollar es la prudencia. La segunda parte, también llamada parte irascible, reside en el pecho. Tiene como misión luchar o defender; su virtud ha de ser la fortaleza o el valor. La tercera parte o parte apetitiva se encuentra en el abdomen. Esta parte debe mostrarse obediente y productiva; su virtud no es otra que la templanza o la moderación.

Pues bien, cuando cada una de estas tres partes cumpla con su propia función a su debido tiempo y no entre en conflicto con las demás, entonces y sólo entonces el individuo ejercerá la justicia.

Habrá momentos en los que lo mejor será que actúe la parte racional; por ejemplo, cuando tengamos que resolver un problema ideológico.

Otras veces será bueno que entre en funcionamiento la parte irascible; tal puede ser el caso cuando nos veamos obligados a repeler una agresión.

Por último, también habrá ocasiones en las que convendrá que se ejercite la parte concupiscible; sin ir más lejos, cuando sea el momento de procurarnos algún merecido placer. En cualquier caso, repetimos: sólo si se deja actuar a cada una de estas partes del alma cuando le corresponda, sin que las otras le pongan trabas o se lo impidan, entonces surgirá la justicia en todo su esplendor.

Esto, en el caso de cada hombre o mujer en particular. En el caso de las comunidades, nos encontramos con que el fenómeno es muy similar.

Platón piensa que toda sociedad presenta, al igual que el alma humana tres partes bien diferenciadas. La primera está constituida por la clase de los dirigentes; la segunda, por la de los guerreros; la tercera, por la de los trabajadores y los comerciantes. Bueno, pues de manera análoga lo que ocurre con el alma humana, la justicia en el Estado tendrá lugar si y sólo si cada una de estas clases se ocupa de su cometido y no se inmiscuye en los asuntos de las otras.

Por consiguiente, tenemos que la realización de la justicia en el individuo y en la polis procede de forma paralela. No en vano Platón cree firmemente que Estado e individuo son la misma cosa: ambos se necesitan el uno al otro; el individuo no puede realizarse en plenitud sin la colaboración del Estado, ni el Estado sin la del individuo.

Gema paró y redactó unas líneas. Después continuó atendiendo:

-Con todo, la pregunta obligada vuelve a ser esta: ¿de qué depende, al fin y al cabo, la justicia que trae consigo el bienestar de cada persona y de la sociedad en su conjunto? Platón lo tiene muy claro: depende, otra vez, de la sabiduría. La razón es muy sencilla: sólo si cada parte del alma

“sabe”, es decir, “conoce” bien cuáles son sus atribuciones y actúa en consecuencia, surgirá el equilibrio o la armonía fuente de justicia.

Por lo demás, Platón advierte que ya que la parte más sabia del alma individual y del alma colectiva es la parte racional, las otras partes se comportarán justamente si se dejan asesorar por ella. De aquí que se afirme, en último término, que la verdadera felicidad está en cumplir con los dictados de la razón.

Esta es la conclusión a la que llega el filósofo al final de toda su obra.

La expresa en el pasaje 473 del libro V de su escrito más importante, la

República, al afirmar lo siguiente:

“Si los filósofos no gobiernan la ciudad, o si aquellos a quienes ahora llamamos reyes o gobernantes no cultivan de verdad y seriamente la filosofía, si el poder político y la filosofía no coinciden en las mismas personas y si la multitud de quienes ahora se aplican exclusivamente a uno u otra no se ve con el máximo rigor privada de hacerlo, es imposible que cesen los males de la ciudad e incluso los del género humano”.

-¡Bellas palabras las que han brotado de tu garganta, querido amigo!

Diciendo esto, Platón puso fin a la alocución de su discípulo.

-¿Habrán sido bien comprendidas? Vamos a comprobarlo.

Al instante apareció delante de Gema un cuestionario. En él, además de pedírsele una opinión sobre lo que acababa de oír, se le interrogaba sobre algunos aspectos de la lección para estimar en qué grado había asimilado sus contenidos fundamentales. Gema lo cumplimentó, realizó algunas anotaciones más en su cuaderno y dejó que volviera a intervenir el mayor de los dos hombres.

-Si es menester que sigamos, teclea algún concepto sobre el que quieras que hablemos; si no, haz “clic” sobre el espacio en blanco.

La muchacha tomó esta segunda opción.

-Bien, nos sentimos muy contentos por haber pasado este rato contigo.

Acude a nosotros cada vez que en ti surjan dudas sobre aquellos asuntos más importantes con los que hemos de tratar los pobres mortales. Intentaremos ayudarte.

Gema quiso darles las gracias de alguna manera, pero sus dos amigos desaparecieron de la pantalla del ordenador.

“Supermajos”, se dijo. Luego, salió del programa, desconectó el aparato

y recordó que tenía que llamar a sus amigas para saber si irán a tomar café después de comer.

DESPIERTA BABY CAPITULO QUINTO UNDECIMO

DESPIERTA BABY

Breve resumen de lo anteriormente publicado. El cazador Esaú, convencido de que para cuatro días que va a vivir uno todo da igual ,sigue el consejo de su barriga y renuncia a su derecho de primogenitura por un buen plato de lentejas (Jacob fue generoso al menos en eso y le dejó repetir dos veces). El ciudadano Kane, por su parte, se dedicó durante muchos años a vender a todas las personas para poder comprarse todas las cosas; al final de su vida reconoce que cambiaría si pudiera su almacén repleto de cosas carísimas por la única cosa humilde -un viejo trineo- que le recordaba a cierta persona: a él mismo, antes de dedicarse a la compraventa, cuando prefería amar y ser amado que poseer o dominar.

Tanto Esaú como Kane estaban convencidos de hacer lo que querían, pero ninguno de ellos parece que consiguió darse una buena vida. Y sin embargo, si se les hubiera preguntado qué es lo que deseaban de veras, habrían respondido lo mismo que tú (o que yo, claro): «Quiero darme la buena vida.» Conclusión: está bastante claro lo que queremos (darnos la buena vida) pero no lo está tanto en que consiste eso de «la buena vida». Y es que querer la buena vida no es un querer cualquiera, como cuando uno quiere lentejas, cuadros, electrodomésticos o dinero. Todos estos quereres son por decirlo así simples, se fijan en un solo aspecto de la realidad: no tienen perspectiva de conjunto. No hay nada malo en querer lentejas cuando se tiene hambre, desde luego: pero en el mundo hay otras cosas, otras relaciones, fidelidades debidas al pasado y esperanzas suscitadas por lo venidero, no sé, mucho más, todo lo que se te ocurra. En una palabra, no sólo de lentejas vive el hombre. Por conseguir sus lentejas, Esaú sacrificó demasiados aspectos importantes de su vida, la simplificó más de lo debido.

Actuó, como ya te he dicho, bajo el peso de la inminencia de la muerte. La muerte es una gran simplificadora: cuando estás a punto de estirar la pata importan muy pocas cosas (la medicina que puede salvarte, el aire que aún consiente en llenarte los pulmones una vez más... ). La vida, en cambio, es siempre complejidad y casi siempre complicaciones. Si rehúyes toda complicación y buscas la gran simpleza (¡vengan las lentejas!) no creas que quieres vivir más y mejor sino morirte de una vez. Y hemos dicho que lo que realmente deseamos es la buena vida, no la pronta muerte. De modo que

Esaú no nos sirve como maestro.

También Kane simplificaba a su modo la cuestión. A diferencia de

Esaú, no era derrochador, sino acumulador y ambicioso. Lo que quería era poder para manejar a los hombres y dinero para comprar cosas, muchas cosas bonitas y seguramente útiles. No tengo nada, figúrate, contra intentar conseguir dinero ni contra la afición a las cosas hermosas o útiles. No me fío de esa gente que dice que no se interesa por el dinero y que asegura no necesitar nada de nada.

A lo mejor estoy hecho de barro muy mal cocido, pero no me hace ninguna gracia quedarme sin blanca y si mañana los ladrones me desvalijaran la casa y se llevaran mis libros (temo que poco más podrían llevarse) me sentaría como un tiro. Sin embargo, el deseo de tener más y más (dinero, cosas ... ) tampoco me parece del todo sano. La verdad es que las cosas que tenemos nos tienen ellas

también a nosotros en contrapartida: lo que poseemos nos posee.

Me explico. Un día, un sabio budista le decía a su discípulo esto mismo que te estoy diciendo y el discípulo le miraba con la misma cara rara («este tío está chalao») con la que a lo mejor tú lees esta página. Entonces el sabio preguntó al discípulo: «¿Qué es lo que más te gusta de esta habitación?» El avispado alumno señaló una estupenda copa de oro y marfil que debía costar su buena pasta.

«Bueno, cógela», dijo el sabio, y el muchacho, sin esperar a que se lo dijeran dos veces, agarró firmemente la joyita con la mano derecha. «No se te ocurra soltarla, ¿eh?», observó el maestro con cierta guasa; y después añadió: «¿Y no hay ninguna otra cosa que te guste también?» El discípulo reconoció que la bolsa llena de dinerito contante y sonante que estaba sobre la mesa tampoco le producía repugnancia. «Pues nada, ¡a por ella!», le animó el otro. Y el chico empuñó fervorosamente la bolsa con su mano izquierda. «Y ahora ¿qué?», preguntó al maestro con cierto nerviosismo. Y el sabio repuso: «Ahora ¡ráscate!» No había manera, claro. ¡Y mira que puede llegar uno a necesitar rascarse cuando le pica alguna parte del cuerpo... o aun del alma! Con las manos ocupadas, no puede uno rascarse a gusto ni hacer otros muchos gestos. Lo que tenemos muy agarrado nos agarra también a su modo... o sea que más vale tener cuidado con no pasarse. En cierta forma, eso es lo que le ocurrió a Kane: tenía las manos y el alma tan ocupadas con sus posesiones que de pronto sintió un extraño picor y no supo con qué rascarse. La vida es más complicada de lo que Kane suponía, porque las manos no sólo sirven par coger sino también para rascarse o para acariciar. Pero la equivocación fundamental de ese personaje, si el que se equivoca no soy yo, fue otra. Obsesionado por conseguir cosas y dinero, trató a la gente como si también fueran cosas. Consideraba que en eso consiste tener poder sobre ellas. Grave simplificación: la mayor complejidad de la vida es precisamente ésa, que las personas no son cosas. Al principio no encontró dificultades: las cosas se compran y se venden y Kane compró y vendió también personas. De momento no le pareció que hubiese gran diferencia. Las cosas se usan mientras sirven y luego se tiran: Kane hizo lo mismo con los que le rodeaban y se diría que todo marchaba bien. Tal como poseía las cosas, Kane se propuso poseer personas, dominarlas, manejarlas a su gusto. Así se portó con sus amantes, con sus amigos, con sus empleados, con sus rivales políticos, con todo bicho viviente. Desde luego hizo mucho daño a los demás, pero lo peor desde su punto de vista (el punto de vista de alguien que suponemos quería darse «buena vida», ya sabes) es que se fastidió seriamente a sí mismo. Intentaré aclararte esto porque me parece de la mayor importancia.

Desengáñate: de una cosa -aunque sea la mejor cosa del mundo sólo pueden sacarse... cosas. Nadie es capaz de dar lo que no tiene, ¿verdad?, ni mucho menos nada puede dar más de lo que es.

Las lentejas son útiles para quitar el hambre pero no ayudan a aprender francés, por ejemplo; el dinero, por su parte, sirve para casi todo y sin embargo no puede comprar una verdadera amistad (a fuerza de pasta se consigue servilismo, compañía de gorrones o sexo mercenario, pero nada más). Vamos, que un vídeo le puede prestar a otro vídeo una pieza pero no puede darle un beso... Si los hombres fuésemos simples cosas, con lo que las cosas pueden darnos nos bastaría. Pero ésa es la complicación de que te hablaba: que como no somos puras cosas, necesitamos «cosas» que las cosas no tienen. Cuando tratamos a los demás como cosas, a la manera en que lo hacía Kane, lo que recibimos de ellos son también cosas: al estrujarlos sueltan dinero, nos sirven (como si fueran instrumentos mecánicos), salen, entran, se frotan contra nosotros o sonríen cuando apretamos el debido botón... Pero de este modo nunca nos darán esos dones más sutiles que sólo las personas pueden dar. No conseguiremos así ni amistad, ni respeto, ni mucho menos amor. Ninguna cosa (ni siquiera un animal, porque la diferencia entre su condición y la nuestra es demasiado grande) puede brindarnos esa amistad respeto, amor... en resumen, esa complicidad fundamental que sólo se da entre iguales y que a ti o a mí o a Kane, que somos personas, no nos pueden ofrecer más que otras personas a las que tratemos como a tales. Lo del trato es importante, porque ya hemos dicho que los humanos nos humanizamos unos a otros. Al tratar a las personas como a personas y no como a cosas (es decir, al tomar en cuenta lo que quieren o lo que necesitan y no sólo lo que puedo sacar de ellas) estoy haciendo posible que me devuelvan lo que sólo una persona puede darle a otra.

A Kane se le olvidó este pequeño detalle y de pronto (pero demasiado tarde) se dio cuenta de que tenía de todo salvo lo que nadie más que otra persona puede dar: aprecio sincero o cariño espontáneo o simple compañía inteligente. Como a Kane nunca nada pareció importarle salvo el dinero, a nadie le importaba nada de Kane salvo su dinero. Y el gran hombre sabía, además, que era por culpa suya. A veces uno puede tratar a los demás como a personas y no recibir más que coces, traiciones o abusos. De acuerdo. Pero al menos contamos con el respeto de una persona, aunque no sea más que una: nosotros mismos. Al no convertir a los otros en cosas defendemos por lo menos nuestro derecho a no ser cosas para los otros. Intentamos que el mundo de las personas

-ese mundo en el que unas personas tratan como tales a otras, el único en el que de veras se puede vivir bien- sea posible. Supongo que la desesperación del ciudadano Kane al final de su vida no provenía simplemente de haber perdido el tierno conjunto de relaciones humanas que tuvo en su infancia, sino de haberse empeñado en perderlas y de haber dedicado su vida entera a estropearlas. No es que no las tuviera sino que se dio cuenta de que ya ni siquiera las merecía...

Pero al multimillonario Kane seguro que le envidiaba muchísima gente, me dirás. Seguro que muchos pensaban: «¡Ése sí que sabe vivir!» Bueno, ¿y qué? ¡Despierta de una vez, criatura! Los demás, desde fuera, pueden envidiarle a uno y no saber que en ese mismo momento nos estamos muriendo de cáncer. ¿Vas a preferir darle gusto a los demás que satisfacerte a ti mismo? Kane consiguió todo lo que había oído decir que hace feliz a una persona: dinero, poder, influencia, servidumbre... Y descubrió finalmente que a él, dijeran lo que dijeran, le faltaba lo fundamental: el auténtico afecto, el auténtico respeto y aun el auténtico amor de personas libres, de personas a las que él tratara como personas y no como a cosas.

Me dirás a lo mejor que ese Kane era un poco raro, como suelen serlo los protagonistas de las películas. Mucha gente se hubiera sentido de lo más satisfecha viviendo en semejante palacio y con tales lujos: la mayoría, me asegurarás en plan cínico, no se hubiera acordado del trineo «Rosebud» para nada. A lo mejor Kane estaba algo chalado... ¡mira que sentirse desgraciado con tantas cosas como tenía! Y yo te digo que dejes a la gente en paz y que sólo pienses en ti mismo. La buena vida que tú quieres ¿es algo así como la de Kane? ¿Te conformas con el plato de lentejas de Esaú?

No respondas demasiado de prisa. Precisamente la ética lo que intenta es averiguar en qué consiste en el fondo, más allá de lo que nos cuentan o de lo que vemos en los anuncios de la tele, esa dichosa buena vida que nos gustaría pegarnos. A estas alturas ya sabemos que ninguna buena vida puede prescindir de las cosas (nos hacen falta lentejas, que tienen mucho hierro) pero aún menos puede pasarse de personas. A las cosas hay que manejarlas como a cosas y a las personas hay que tratarlas como personas: de este modo las cosas nos ayudarán en muchos aspectos y las personas en uno fundamental, que ninguna cosa puede suplir, el de ser humanos. ¿Se trata de una chaladura mía o del ciudadano Kane? A lo mejor ser humanos no es cosa importante porque queramos o no ya lo somos sin remedio... ¡Pero se puede ser humano-cosa o humano-humano, humano simplemente preocupado en ganarse las cosas de la vida -todas las cosas, cuanto más cosas, mejor- y humano dedicado a disfrutar de la humanidad vivida entre personas! Por favor, no te rebajes; deja las rebajas para los grandes almacenes, que es lo suyo.

Estoy de acuerdo en que muchos a primera vista no le conceden demasiada importancia a lo que estoy diciendo. ¿ Son de fiar? ¿Son los más listos o simplemente los que menos atención le prestan al asunto más importante, a su vida? Se puede ser listo para los negocios o para la política y un solemne borrico para cosas más serias, como lo de vivir bien o no. Kane era enormemente listo en lo que se refería al dinero y la manipulación de la gente, pero al final se dio cuenta de que estaba equivocado en lo fundamental. Metió la pata en donde más le convenía acertar. Te repito una palabra que me parece crucial para este asunto: atención. No me refiero a la atención del búho, que no habla pero se fija mucho (según el viejo chiste, ya sabes), sino a la disposición a reflexionar sobre lo que se hace y a intentar precisar lo mejor posible el sentido de esa «buena vida» que queremos vivir. Sin cómodas pero peligrosas simplificaciones, procurando comprender toda la complejidad del asunto este de vivir (me refiero a vivir humanamente), que se las trae.

Yo creo que la primera e indispensable condición ética es la de estar decidido a no vivir de cualquier modo: estar convencido de que no todo da igual aunque antes o después vayamos a morirnos.

Cuando se habla de «moral» la gente suele referirse a esas órdenes y costumbres que suelen respetarse, por lo menos aparentemente y a veces sin saber muy bien por qué. Pero quizá el verdadero intríngulis no esté en someterse a un código o en llevar la contraria a lo establecido (que es también someterse a un código,

pero al revés) sino en intentar comprender. Comprender por qué ciertos comportamientos nos convienen y otros no, comprender de qué va la vida y qué es lo que puede hacerla «buena» para nosotros los humanos. Ante todo, nada de contentarse con ser tenido por bueno, con quedar bien ante los demás, con que nos den aprobado... Desde luego, para ello será preciso no sólo fijarse en plan búho o con timorata obediencia de robot, sino también hablar con los demás, dar razones y escucharlas. Pero el esfuerzo de tomar la decisión tiene que hacerlo cada cual en solitario: nadie puede ser libre por ti. De momento te dejo dos cuestiones para que vayas rumiando. La primera es ésta: ¿Por qué está mal lo que está mal? Y la segunda es todavía más bonita: ¿en qué consiste lo de tratar a las personas como a personas? Si sigues teniendo paciencia conmigo, intentaremos empezar a responder en los dos próximos capítulos.

Vete leyendo...

«Es la debilidad del hombre lo que le hace sociable; son nuestras comunes miserias las que inclinan nuestros corazones a la humanidad; si no fuésemos hombres, no le deberíamos nada. Todo apego es un signo de insuficiencia: si cada uno de nosotros no tuviese ninguna necesidad de los demás, ni siquiera pensaría en unirse a ellos. Así de nuestra misma deficiencia nace nuestra frágil dicha. Un ser verdaderamente feliz es un ser solitario: sólo Dios goza de una felicidad absoluta; pero ¿quién de nosotros tiene idea de cosa semejante? Si alguien imperfecto pudiese bastarse a sí mismo, ¿de qué gozaría, según nosotros? Estaría solo, sería desdichado. Yo no concibo que quien no tiene necesidad de nada pueda amar algo: y no concibo que quien no ame nada pueda ser feliz» (Jean-Jacques Rousseau, Emilio).

«En efecto, por lo que respecta a aquellos cuya atareada pobreza ha usurpado el nombre de riqueza, tienen su riqueza como nosotros decimos que tenemos fiebre, siendo así que es ella la quenos tiene cogidos» (Séneca, Cartas a Lucilio). .

«Como la razón no exige nada que sea contrario a la naturaleza, exige, por consiguiente, que cada cual se ame a sí mismo, busque su utilidad propia -10 que realmente le sea útil-, apetezca todo aquello que conduce realmente al hombre a una perfección mayor y, en términos absolutos, que cada cual se esfuerce cuanto está en su mano por conservar su ser. ( ... ). Y así, nada es más útil al hombre que el hombre; quiero decir que nada pueden desear los hombres que sea mejor para la conservación de su ser que el concordar todos en todas las cosas, de suerte que las almas de todos formen como una sola alma, y sus cuerpos como un solo cuerpo, esforzándose todos a la vez, cuanto puedan, en conservar su ser y buscando todos a una la común utilidad, de donde se sigue que los hombres que se guían por la razón, es decir, los hombres que buscan su utilidad bajo la guía de la razón, no apetecen para sí nada que no deseen para los demás hombres, y, por ello, son justos, dignos de confianza y honestos» (Spinoza, Ética).

TALLER

1. Explica en que consiste las simplificaciones de Esaú y Kane y qué las diferencia?

2. Reflexiona y explica: “”las cosas que tenemos nos tienen ellas también a nosotros en contrapartida: lo que poseemos nos posee””

3. Cuál es la equivocación fundamental de Kane?

4. Cuando tratamos a los demás como cosas, a la manera como lo hacia Kane, lo que recibimos de ellos son también cosas. Por qué?

5. Debemos tratar a los demás como personas, incluso aunque no recibamos más que cosas, traiciones o abusos por qué?

6. Reflexiona y explica “” se puede ser listo para los negocios o para la política y un imbécil para cosas más serias, como la de vivir bien””