miércoles, 26 de enero de 2011

JUAN SALVADOR GAVIOTA

JUAN SALVADOR GAVIOTA , RICHARD BACH
 GRADO DÉCIMO


PRIMERA PARTE

Amanecía, y el nuevo sol pintaba de oro las ondas de un mar tranquilo.

Chapoteaba un pesquero a un kilometro de la costa cuando, de pronto, rasgó el aire la voz llamando a la Bandada de la Comida y una multitud de mil gaviotas se aglomeró para regatear y luchar por cada pizca de comida. Comenzaba otro día de ajetreos.

Pero alejado y solitario, más allá de barcas y playas, está practicando Juan Salvador Gaviota. A treinta metros de altura, bajó sus pies palmeados, alzó su pico, y se esforzó por mantener en sus alas esa dolorosa y difícil posición requerida para lograr un vuelo pausado. Aminoró su velocidad hasta que el viento no fue mas que un susurro en su cara, hasta que el océano pareció detenerse allá abajo. Entornó los ojos en feroz concentración, contuvo el aliento, forzó aquella torsión un... sólo... centímetro... más... Encrespando sus plumas, se atascó y cayó.

Las gaviotas, como es bien sabido, nunca se atascan, nunca se detienen. Detenerse en medio del vuelo es para ellas vergüenza, y es deshonor. Pero Juan Salvador Gaviota, sin avergonzarse, y al extender otra vez sus alas en aquella temblorosa y ardua torsión -parando, parando, y atascándose de nuevo-, no era un pájaro cualquiera.

La mayoría de las gaviotas no se molesta en aprender sino las normas de vuelo más elementales: como ir y volver entre playa y comida. Para la mayoría de las gaviotas, no es volar lo que importa, sino comer. Para esta gaviota, sin embargo, no era comer lo que le importaba, sino volar. Más que nada en el mundo, Juan Salvador Gaviota amaba volar.

Este modo de pensar, descubrió, no es la manera con que uno se hace popular entre los demás pájaros. Hasta sus padres se desilusionaron al ver a Juan pasarse días enteros, solo, haciendo cientos de planeos a baja altura, experimentando.

No comprendía por qué, por ejemplo, cuando volaba sobre el agua a alturas inferiores a la mitad de la envergadura de sus alas, podía quedarse en el aire más tiempo, con menos esfuerzo; y sus planeos no terminaban con el normal chapuzón al tocar sus patas en el mar, sino que dejaba tras de sí una estela plana y larga al rozar la superficie con sus patas plegadas en aerodinámico gesto contra su cuerpo. Pero fue al empezar sus aterrizajes de patas recogidas -que luego revisaba paso a paso sobre la playa- que sus padres se desanimaron aún más.

-¿Por qué, Juan, por qué? -preguntaba su madre-. ¿Por qué te resulta tan difícil ser como el resto de la Bandada, Juan? ¿Por qué no dejas los vuelos rasantes a los pelícanos y a los albatros? ¿Por qué no comes? ¡Hijo, ya no eres más que hueso y plumas!

-No me importa ser hueso y plumas, mamá. Sólo pretendo saber qué puedo hacer en el aire y qué no. Nada más. Sólo deseo saberlo.

-Mira, Juan -dijo su padre, con cierta ternura-. El invierno está cerca. Habrá pocos barcos, y los peces de superficie se habrán ido a las profundidades. Si quieres estudiar, estudia sobre la comida y cómo conseguirla. Esto de volar es muy bonito, pero no puedes comerte un planeo, ¿sabes? No olvides que la razón de volar es comer.

Juan asintió obedientemente. Durante los días sucesivos, intentó comportarse como las demás gaviotas; lo intentó de verdad, trinando y batiéndose con la Bandada cerca del muelle y los pesqueros, lanzándose sobre un pedazo de pan y algún pez. Pero no le dio resultado.

Es todo inútil, pensó, y deliberadamente dejó caer una anchoa duramente disputada a una vieja y hambrienta gaviota que le perseguía. Podría estar empleando todo este tiempo en aprender a volar. ¡Hay tanto que aprender!

No pasó mucho tiempo sin que Juan Salvador Gaviota saliera solo de nuevo hacia alta mar, hambriento, feliz, aprendiendo.

El tema fue la velocidad, y en una semana de prácticas había aprendido más acerca de la velocidad que la más veloz de las gaviotas.

A una altura de trescientos metros, aleteando con todas sus fuerzas, se metió en un abrupto y flameante picado hacia las olas, y aprendió por qué las gaviotas no hacen abruptos y flameantes picados. En sólo seis segundos voló a cien kilómetros por hora, velocidad a la cual el ala levantada empieza a ceder.

Una vez tras otra le sucedió lo mismo. A pesar de todo su cuidado, trabajando al máximo de su habilidad, perdía el control a alta velocidad.

Subía a trescientos metros. Primero con todas sus fuerzas hacia arriba, luego inclinándose, hasta lograr un picado vertical. Entonces, cada vez que trataba de mantener alzada al máximo su ala izquierda, giraba violentamente hacia ese lado, y al tratar de levantar su derecha para equilibrarse, entraba, como un rayo, en una descontrolada barrena.

Tenía que ser mucho más cuidadoso al levantar esa ala. Diez veces lo intentó, y las diez veces, al pasar a más de cien kilómetros por hora, terminó en un montón de plumas descontroladas, estrellándose contra el agua.

Empapado, pensó al fin que la clave debía ser mantener las alas quietas a alta velocidad; aletear, se dijo, hasta setenta por hora, y entonces dejar las alas quietas.

Lo intentó otra vez a setecientos metros de altura, descendiendo en vertical, el pico hacia abajo y las alas completamente extendidas y estables desde el momento en que pasó los setenta kilómetros por hora. Necesitó un esfuerzo tremendo, pero lo consiguió. En diez segundos, volaba como una centella sobrepasando los ciento treinta kilómetros por hora. ¡Juan había conseguido una marca mundial de velocidad para gaviotas!

Pero el triunfo duró poco. En el instante en que empezó a salir del picado, en el instante en que cambió el ángulo de sus alas, se precipitó en el mismo terrible e incontrolado desastre de antes y, a ciento treinta kilómetros por hora, el desenlace fue como un dinamitazo. Juan Gaviota se desintegró y fue a estrellarse contra un mar duro como un ladrillo.

Cuando recobró el sentido, era ya pasado el anochecer, y se halló a la luz de la Luna y flotando en el océano. Sus alas desgreñadas parecían lingotes de plomo, pero el fracaso le pesaba aún más sobre la espalda. Débilmente deseó que el peso fuera suficiente para arrastrarle al fondo, y así terminar con todo.

A medida que se hundía, una voz hueca y extraña resonó en su interior. No hay forma de evitarlo. Soy gaviota. Soy limitado por la naturaleza. Si estuviese destinado a aprender tanto sobre volar, tendría por cerebro cartas de navegación. Si estuviese destinado a volar a alta velocidad, tendría las alas cortas de un halcón, y comería ratones en lugar de peces. Mi padre tenía razón. Tengo que olvidar estas tonterías. Tengo que volar a casa, a la Bandada, y estar contento de ser como soy: una pobre y limitada gaviota.


La voz se fue desvaneciendo y Juan se sometió. Durante la noche, el lugar para una gaviota es la playa y, desde ese momento, se prometió ser una gaviota normal. Así todo el mundo se sentiría más feliz.

Cansado se elevó de las oscuras aguas y voló hacia tierra, agradecido de lo que había aprendido sobre cómo volar a baja altura con el menor esfuerzo.

-Pero no -pensó-. Ya he terminado con esta manera de ser, he terminado con todo lo que he aprendido. Soy una gaviota como cualquier otra gaviota, y volaré como tal.

Así es que ascendió dolorosamente a treinta metros y aleteó con más fuerza luchando por llegar a la orilla.

Se encontró mejor por su decisión de ser como otro cualquiera de la Bandada. Ahora no habría nada que le atara a la fuerza que le impulsaba a aprender, no habría más desafíos ni más fracasos. Y le resultó grato dejar ya de pensar, y volar, en la oscuridad, hacia las luces de la playa.

¡La oscuridad!, exclamó, alarmada, la hueca voz. ¡Las gaviotas nunca vuelan en la oscuridad!

Juan no estaba alerta para escuchar. Es grato, pensó. La Luna y las luces centelleando en el agua, trazando luminosos senderos en la oscuridad, y todo tan pacífico y sereno...

¡Desciende! ¡Las gaviotas nunca vuelan en la oscuridad! ¡Si hubieras nacido para volar en la oscuridad, tendrías los ojos de búho! ¡Tendrías por cerebro cartas de navegación! ¡Tendrías las alas cortas de un halcón!

Allí, en la noche, a treinta metros de altura, Juan Salvador Gaviota parpadeó. Sus dolores, sus resoluciones, se esfumaron.

¡Alas cortas! ¡Las alas cortas de un halcón!

¡Esta es la solución! ¡Qué necio he sido! ¡No necesito más que un ala muy pequeñita, no necesito más que doblar la parte mayor de mis alas y volar sólo con los extremos! ¡Alas cortas!

Subió a setecientos metros sobre el negro mar, y sin pensar por un momento en el fracaso o en la muerte, pegó fuertemente las ante alas a su cuerpo, dejó solamente los afilados extremos asomados como dagas al viento, y cayó en picado vertical.

El viento le azotó la cabeza con un bramido monstruoso. Cien kilómetros por hora, ciento treinta, ciento ochenta y aún más rápido. La tensión de las alas a doscientos kilómetros por hora no era ahora tan grande como antes a cien, y con un mínimo movimiento de los extremos de las alas aflojó gradualmente el picado y salió disparado sobre las olas, como una gris bala de cañón bajo la Luna.

Entornó sus ojos contra el viento hasta transformarlos en dos pequeñas rayas, y se regocijó. ¡A doscientos kilómetros por hora! ¡Y bajo control! ¿Si pico desde mil metros en lugar de quinientos, a cuánto llegaré...?

Olvidó sus resoluciones de hace un momento, arrebatadas por ese gran viento. Sin embargo, no se sentía culpable al romper las promesas que había hecho consigo mismo. Tales promesas existen solamente para las gaviotas que aceptan lo corriente. Uno que ha palpado la perfección en su aprendizaje no necesita esa clase de promesas.

Al amanecer, Juan Gaviota estaba practicando de nuevo. Desde dos mil metros los pesqueros eran puntos sobre el agua plana y azul, la Bandada de la Comida una débil nube de insignificantes motitas en circulación.

Estaba vivo, y temblaba ligeramente de gozo, orgulloso de que su miedo estuviera bajo control. Entonces, sin ceremonias, encogió sus ante alas, extendió los cortos y angulosos extremos, y se precipitó directamente hacia el mar. Al pasar los dos mil metros, logró la velocidad máxima, el viento era una sólida y palpitante pared sonora contra la cual no podía avanzar con más rapidez. Ahora volaba recto hacia abajo a trescientos veinte kilómetros por hora. Tragó saliva, comprendiendo que se haría trizas si sus alas llegaban a desdoblarse a esa velocidad, y se despedazaría en un millón de partículas de gaviota. Pero la velocidad era poder, y la velocidad era gozo, y la velocidad era pura belleza.

Empezó su salida del picado a trescientos metros, los extremos de las alas batidos y borrosos en ese gigantesco viento, y justamente en su camino, el barco y la multitud de gaviotas se desenfocaban y crecían con la rapidez de una cometa.

No pudo parar; no sabía aún ni cómo girar a esa velocidad.

Una colisión sería la muerte instantánea. Así es que cerró los ojos.

Sucedió entonces que esa mañana, justo después del amanecer, Juan Salvador Gaviota se disparó directamente en medio de la Bandada de la Comida marcando trescientos dieciocho kilómetros por hora, los ojos cerrados y en medio de un rugido de viento y plumas. La Gaviota de la Providencia le sonrió por esta vez, y nadie resultó muerto. Cuando al fin apuntó su pico hacia el cielo azul, aun zumbaba a doscientos cuarenta kilómetros por hora. Al reducir a treinta y extender sus alas otra vez, el pesquero era una miga en el mar, mil metros más abajo.

Sólo pensó en el triunfo, ¡La velocidad máxima! ¡Una gaviota a trescientos veinte kilómetros por hora! Era un descubrimiento, el momento más grande y singular en la historia de la Bandada, y en ese momento una nueva época se abrió para Juan Salvador Gaviota. Voló hasta su solitaria área de prácticas, y doblando sus alas para un picado desde tres mil metros, se puso a trabajar en seguida para descubrir la forma de girar.

Se dio cuenta de que al mover una sola pluma del extremo de su ala una fracción de centímetro, causaba una curva suave y extensa a tremenda velocidad. Antes de haberlo aprendido, sin embargo, vio que cuando movía más de una pluma a esa velocidad, giraba como una bala de rifle... y así fue Juan la primera gaviota de este mundo en realizar acrobacias aéreas.

No perdió tiempo ese día en charlar con las otras gaviotas, sino que siguió volando hasta después de la puesta del Sol. Descubrió el rizo, el balance lento, el balance en punta, la barrena invertida, el medio rizo invertido.

Cuando Juan volvió a la Bandada ya en la playa, era totalmente de noche. Estaba mareado y rendido. No obstante, y no sin satisfacción, hizo un rizo para aterrizar y un tonel rápido justo antes de tocar tierra. Cuando sepan, pensó, lo del descubrimiento, se pondrán locos de alegría. ¡Cuánto mayor sentido tiene ahora la vida! ¡En lugar de nuestro lento y pesado ir y venir a los pesqueros, hay una razón para vivir! Podremos alzarnos sobre nuestra ignorancia, podremos descubrirnos como criaturas de perfección, inteligencia y habilidad. ¡Podremos ser libres ¡Podremos aprender a volar!

Los años venideros susurraban y resplandecían de promesas.

Las gaviotas se hallaban reunidas en sesión de consejo cuando Juan tomó tierra, y parecía que habían estado así reunidas durante algún tiempo. Estaban, efectivamente, esperando.

-¡Juan Salvador Gaviota! ¡Ponte al Centro! -Las palabras de la Gaviota Mayor sonaron con la voz solemne propia de las altas ceremonias. Ponerse en el Centro sólo significaba gran vergüenza o gran honor. Situarse en el centro por honor, era la forma en que se señalaba a los jefes más destacados entre las gaviotas. ¡Por supuesto, pensó, la Bandada de la Comida... esta mañana: vieron el descubrimiento! Pero yo no quiero honores. No tengo ningún deseo de ser líder. Sólo quiero compartir lo que he encontrado, y mostrar esos nuevos horizontes que nos están esperando. Y dio un paso al frente.

-Juan Salvador Gaviota -dijo el Mayor-. ¡Ponte al Centro para tu vergüenza ante la mirada de tus semejantes!

Sintió como si le hubieran golpeado con un madero. Sus rodillas empezaron a temblar, sus plumas se combaron, y le zumbaron los oídos. ¿Al Centro para deshonrarme? ¡Imposible! ¡El descubrimiento! ¡No entienden! ¡Están equivocados! ¡Están equivocados!

-... por su irresponsabilidad temeraria -entonó la voz solemne-, al violar la dignidad y la tradición de la Familia de las Gaviotas...

Ser centrado por deshonor significaba que le expulsarían de la sociedad de las gaviotas, desterrado a una vida solitaria en los Lejanos Acantilados.

-... algún día, Juan Salvador Gaviota, aprenderás que la irresponsabilidad se paga. La vida es lo desconocido y lo irreconocible, salvo que hemos nacido para comer y vivir el mayor tiempo posible.

Una gaviota nunca replica al Consejo de la Bandada, pero la voz de Juan se hizo oir:

-¿Irresponsabilidad? ¡Hermanos míos! -gritó-. ¿Quién es más responsable que una gaviota que ha encontrado y que persigue un significado, un fin más alto para la vida? ¡Durante mil años hemos escarbado tras las cabezas de los peces, pero ahora tenemos una razón para vivir; para aprender, para descubrir; para ser libres! Dadme una oportunidad, dejadme que os muestre lo que he encontrado...

La Bandada parecía de piedra.

-Se ha roto la Hermandad -entonaron juntas las gaviotas, y todas de acuerdo cerraron solemnemente sus oídos y le dieron la espalda.

Juan Salvador Gaviota pasó el resto de sus días solo, pero voló mucho más allá de los Lejanos Acantilados. Su único pesar no era su soledad, sino que las otras gaviotas se negasen a creer en la gloria que les esperaba al volar; que se negasen a abrir sus ojos y a ver.

Aprendía más cada día. Aprendió que un picado aerodinámico a alta velocidad podía ayudarle a encontrar aquel pez raro y sabroso que habitaba a tres metros bajo la superficie del océano: ya no le hicieron falta pesqueros ni pan duro para sobrevivir. Aprendió a dormir en el aire fijando una ruta durante la noche a través del viento de la costa, atravesando ciento cincuenta kilómetros de sol a sol. Con el mismo control interior, voló a través de espesas nieblas marinas y subió sobre ellas hasta cielos claros y deslumbradores... mientras las otras gaviotas yacían en tierra, sin ver más que niebla y lluvia. Aprendió a cabalgar los altos vientos tierra adentro, para regalarse allí con los más sabrosos insectos.

Lo que antes había esperado conseguir para toda la Bandada, lo obtuvo ahora para si mismo; aprendió a volar y no se arrepintió del precio que había pagado. Juan Gaviota descubrió que el aburrimiento y el miedo y la ira, son las razones por las que la vida de una gaviota es tan corta, y al desaparecer aquellas de su pensamiento, tuvo por cierto una vida larga y buena.

Vinieron entonces al anochecer, y encontraron a Juan planeando, pacífico y solitario en su querido cielo. Las dos gaviotas que aparecieron junto a sus alas eran puras como luz de estrellas, y su resplandor era suave y amistoso en el alto cielo nocturno. Pero lo más hermoso de todo era la habilidad con la que volaban; los extremos de sus alas avanzando a un preciso y constante centímetro de las suyas.

Sin decir palabra, Juan les puso a prueba, prueba que ninguna gaviota había superado jamás. Torció sus alas, y redujo su velocidad a un sólo kilómetro por hora, casi parándose. Aquellas dos radiantes aves redujeron también la suya, en formación cerrada. Sabían lo que era volar lento.

Dobló sus alas, giró y cayó en picado a doscientos kilómetros por hora. Se dejaron caer con él, precipitándose hacia abajo en formación impecable.

Por fin, Juan voló con igual velocidad hacia arriba en un giro lento y vertical. Giraron con él, sonriendo.

Recuperó el vuelo horizontal y se quedó callado un tiempo antes de decir:

-Muy bien. ¿Quiénes sois?

-Somos de tu Bandada, Juan. Somos tus hermanos. -Las palabras fueron firmes y serenas-. Hemos venido a llevarte más arriba, a llevarte a casa.

-¡Casa no tengo! Bandada tampoco tengo. Soy un Exilado. Y ahora volamos a la vanguardia del Viento de la Gran Montana. Unos cientos de metros más, y no podré levantar más este viejo cuerpo.

-Sí que puedes, Juan. Porque has aprendido. Una etapa ha terminado, y ha llegado la hora de que empiece otra.

Tal como le había iluminado toda su vida, también ahora el entendimiento iluminó ese instante de la existencia de Juan Gaviota. Tenían razón. El era capaz de volar más alto, y ya era hora de irse a casa.

Echó una larga y última mirada al cielo, a esa magnífica tierra de plata donde tanto había aprendido.

-Estoy listo -dijo al fin.

Y Juan Salvador Gaviota se elevó con las dos radiantes gaviotas para desaparecer en un perfecto y oscuro cielo.

TRABAJO INDIVIDUAL

1.Dar un breve comentario o reacción personal frente a lo leido, argumentando solidamente tu posición.
Nota: El comentario debe ser breve y debe ser entregado a las 24 horas del día 14 de Febrero de 2011

Con aprecio, Esmeralda

20 comentarios:

  1. hector gutierrez
    grado: 10-4
    juan salvador gaviota

    yo creo que nunca hay que darse por vencido creo que siempre hay que mirar hacia delante y nunca mirar hacia atras aun encontra de lo que piensen o digan los demas ya que DARSE POR VENCIDO ES RENUNCIAR A TUS SUEÑOS por eso siempre hay que aprender aver la vida por todo lo positivo y no fijarse en lo negativo,ser optimista y no pesimista ,decir que puedo aunque no cea posible pero lo mas importante de todo es siempre creer en uno mismo y valorarse,aceptarse tal y como es y nunca rendirse ante los problemas y las problematicas que presenta la vida diaria

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  2. JUAN SEBASTIAN DIAZ SUSA
    GRADO: 10-4

    MI PUNTO DE VISTA ES: NO DEJAR LO QUE UNO QUIERE DE VERDAD NO RENDIRSE A PESAR DE LO QUE PIENSEN LOS DEMAS, Y ANQUE QUIERAN QUE UNO CAMBIE DE DECISION.
    SEGUIR CON LA DECISION QUE UNO TOME CUESTE LO QUE CUESTE, CON LAS CONSECUENCIAS QUE TRAIGA, Y UNO APRENDE DE LOS ERRORES

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  3. Desgraciados los pueblos donde la juventud es sumisa al tirano y los estudiantes no hacen temblar al mundo.
    Juan Montalvo

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  4. samuel david calderon mora
    grado:10-4
    tema:juan salvador gaviota


    me parecio muy interesante la historia ya que juan se propuso algo en su vida y no comia por hacer realidad ese proposito.El no era como las demas gaviotas que solo pensaban en comer si no que el tenia algo mas alla que no lo dejaba ser una gaviota normal hasta que decidio superar sus miedos y con suerte pudo lograrlo. Esta historia nos enseña mucho perseverancia, tolerancia, etc. la gaviota nop pudo ser feliz hasta obtener amigos como el y eso fue lo que me llamo la atencion de la historia.

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  5. Diego Alexander Forero
    Grado: 10-2
    Juan salvador Gaviota. Una gaviota muy distinta a las demás. ¿Por qué sus padres querían que fueran como los demás? por qué no lo apoyaban en lo que él quería ser, esta historia nos demuestra que la sociedad nos quiere convertir en algo y no nos deja ser libres y expresarnos como queremos.

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  6. Heidy Loreno Moreno
    Grado:10-6
    Juan salvador Gaviota
    El que persevera alcanza esto es lo que juan nos dio a demostrar por que era una gaviota unica que no se dejo llevar por los comentarios de una bandada que solo se limito a sobrevivir.Juan en cambio cumplio su meta aprender a volar y por aprender a volar como no se murio de hambre como sus padres decian

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  7. en la vida necesitamos de aprender con voluntad o no cosas que ya que no somos capaces de saberlo todo cosas esenciales como saber leer o escribir se puede vivir pèro se vive peor ya que no estaremos enterados de cosas importantes para la salud hay cosas buenas y malos y distinguirlo es un conocimiento que intentamos tener. En el ambito de las relaciones humanas la mentira y destruya la confianza en la palabra por lo tanto es malo por que la comunicacion es esencial para vivir en sociedad aunque las mentiras nos puede ayudar hacerle un favor a alguien y quien va a creer que lo malo puede llegar a resultar algo bueno y lo bueno en malo seber vivir la vida no solo es cuidarse del cigarrillo o licor para llevar una vida mas larga como dicen los medicos es de escoger la vida como la queremos vivir con emociones,aventuras,ssegura,tranquilidado noble.

    En la naturaleza no hay animales malos o buenos un ejemplo la araña con la mosca pero es algo que no se puede evitar otros ejemplos los termitas que tienen que morir por la seguridad de otras o en la hiostoria de hector lo vemos como un heroe por el hecho de ganarle que era mas fuerte que el en troya. Estamos educados con algunas tradiciones,habitos,y comportamientos que nos llevan a hacer previsibles

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  8. Hernan david manjarres
    10-4

    uno debe hacer la vida lo que uno en verdad le gusta, no ser el molde de la sociedad ni dejarse influenciar por los demas de lo que te digan, siempre estar enfocado en lo que te gusta de verdad y lograrlo, por que cuando haces las cosas asi se siente un orgullo de si mismo por que logro lo que uno anhelo, haciendo las cosas con el amor que uno le tiene a lo que quiere.

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  9. Jennifer Riascos Suarez
    10-4
    Juan S. Gaviota nos da un gran ejemplo de valentía ya que a pesar de que sus padres y su bandada le dio la espalda el siguió adelante con su sueño ademas aprendió a aceptarse tal cual y a ser diferente a los demás cosa que en esta etapa de la adolescencia no es fácil ya que muchas veces nos dejamos influenciar por nuestras "amistades"

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  10. juan gaviota se sentia diferente a los demas me parece que todos los demas gaviotas lo veian como un loco y sus padres le reprochaban por no ser igual y decirle que el estaba destinado para otra por ser diferente todos le dieron la espalda pero decidio tomar su camino en busca de la felicidad y decidio sequir adelante con perfeccionr sus planeo y aprendi que nunca hay que dejar de luchar por lo que mas queremos geraldine granda 10-4

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  11. andres felipe duque
    10-1
    juan s. gaviota nos pone un ejemplo de superarse a uno mismo porque nos enseña de que no hay nada ni nadie que nos limite si no lo permitimos, tan solo una gaviota es capaz de conseguir lo que queria aunque nadie lo apoyara

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  12. ENLLY YOJANNA SILVA RAMIREZ

    11-1


    lo que nos quizo dar a demostrar juan es que nosotros mismo podemos tomar nuestras preopias desiciones ya que tenes la capsidad de hacerlo sin que nadie nos jusguez o nos de orientacion a ellos como pro ejemplo nuestros padres que quieren que seamos lo que ellos quieren pero no toman en cuenta nuestras deciciones desechando nuestros sueños...

    yo opino que debemos lucgar y persevar pro lo que nosotros nos guste y por lo uq queremos hacer no dejarnos llevar por lo que dicen los dema para luego en un mañana arrepentirse de ello

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  13. Angelica Maria Bedoya Zuluaga

    10-5

    cuando uno tiene un sueño por alcanzar pero nadie te apoya no dejes que esas pèrsonas agan caer tus sueños, no te desvanescas por unas palabras sigue tu camino de cumplir esos sueños y metas que tanto has querido, lucha por aquello que tanto quieres, te vas a sentir satisfecho....

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  14. kelly johana donneys
    10-4
    En la historia en la JUAN SALVADOR GAVIOTA. Tenemos mucho de que aprender para muestra vida diaria, en momentos vamos a tener que tomar decisiones buenas o malas, en este caso le toco a Juan gaviota tomar una decisión de salir, a cumplir sus sueños y a no quedarse con la inquietud de saber si existía persona como él. ES LA REALIDAD DE LA VIDA. Nada es fácil porque a muchas personas les toca luchar y alcanzar sus sueños. Es muy importante soñar y nunca dejarse llevar por las demás personas siempre y cuando sean para el bien de mis propósitos. DEBO LUCHAR POR LO QUE QUIERO SIN IMPORTAR LO QUE DIGAN O AGAN LAS DEMAS PERSONAS…

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  15. La Historia JUAN SALVADOR GAVIOTA, nos quiere expresar que cada persona esta en la capacidad de superarse así mismo sin ayuda de los demás como lo hizo la GAVIOTA, esto es un ejemplo de vida por que si una gavita logró cumplir su meta ¿Por qué nosotros no podemos?

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  16. Juan David Lopez Garcia
    10-1
    La Historia JUAN SALVADOR GAVIOTA, nos quiere expresar que cada persona esta en la capacidad de superarse así mismo sin ayuda de los demás como lo hizo la GAVIOTA, esto es un ejemplo de vida por que si una gavita logró cumplir su meta ¿Por qué nosotros no podemos?

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  17. Nunca Te Des Por Vencido.
    Confia Siempre en Ti, Cumple Tus Sueños Y Metas, Olvida los Malos Comentarios. Lucha Por Tus Ideales. En ocasiones Quienes Mas Queremos Son quienes Nos Hacen Daño Y No Confian En Nosotros :(
    Marca Siempre la Diferencia no seas del Monton.
    VUELA ALTO MUY ALTO. DEJA HUELLA, MARCA IMPACTO Y LUCHA POR LO QUE QUIERES...

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  18. QUE UNO DEBE LUCHAR POR LO QUE QUIRE POR CUMPLIR SUS SUENOS Y NO RENDIRSE HASTA CUMPLIRLO Y SALIR ADELANTE Y TRATAR DE SOBRASIR DE LO DEMAS Y QUE NDIE NI NADA SE INTERPONGA EN LO QUEE UNO DESEA Y ASPIRA PARA UNO SUPERARSE..NUNCA DEBEMS RENDIRNOS NI DEJAR DESVANECER EL SUENO POR EL CUAL LUCHAR PUEDEN HABER MUCHOS OBSTACULOS PERO DE LOS ERRORES SE APRENDE

    AT: MARIA EDITH BERRIO 10*1

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  19. nombre:paola andrea flor
    grado:10-4
    cuando tu quieres lograr tus propositos no te importa lo que otra persona piense o si tu familia no apoya lo importante es que a ti te gusta y te haga feliz...

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  20. ANDRES FORERO
    10-4
    CREO QUE ESTA HISTORIA ES UNA METÁFORA DEL IDEAL SUPREMO DEL SER HUMANO Y DEL ALCANZAMIENTO DE LA PERFECCIÓN MEDIANTE LA REALIZACIÓN PROPIA...
    ES UNA HISTORIA QUE CUENTA SOBRE UNA GAVIOTA QUE AMA VOLAR SOBRE TODAS LAS COSAS.POR ELLO.EN SU BANDADa,LO ÚNICOQUE HACE ES PRACTICAR SU VUELO PARA ALCANZAR LA PERFECCIÓN Y NO SE DEDICA HACER LO QUE HACEN LAS OTRAS GAVIOTAS:COMER Y DORMIR..ES UN SER DISTINTO A LOS DEMÁS HARA QUE LA BANDADA LO EXILIE POR VIOLAR LA DIGNIDAD Y LA TRADICIÓN DE SU FAMILIA.

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